Ella se desnuda en la habitación de su cuerpo, y la ropa cae
como cae la lluvia en una tierra de sequía. Ella se desnuda y va pidiendo
perdón a cada pedazo de piel, besándose los nudillos y acariciando sus muñecas,
escribiendo con los dedos cartas de amor al montículo de su tripa.
Ella se desnuda y sus labios dejan rastros de saliva en los
dos hombros que le sostienen el cuello, y los huecos de sus clavículas recogen
las lágrimas que brotan de su mirada gris.
Ella se desnuda y prueba a caminar
con este nuevo equilibrio que recién estrena, sin más sostén que sus caderas, y
se sorprende al comprobar que no le fallan las piernas.
Ella se desnuda y la saludan inquietos sus pezones,
liberados los pechos de la presión del sujetador, y la saludan los dedos de sus
pies que parecen mirarla desde abajo. Ella se desnuda y en su vulva encuentra
recovecos donde encajan a la perfección sus manos, y la ropa al deslizarse por
su cuerpo va rozándole la cintura.
Ella se desnuda como quien despliega una carta que lleva
mucho tiempo esperando, pero que no se atreve a leer porque teme lo que pueda
contarle. Ella se desnuda como quien abre el regalo de un desconocido,
preguntándose qué de sí misma podría encontrar en un cuerpo que hace mucho que
dejó de ser suyo.
Ella se desnuda y los azulejos del baño reflejan un cuerpo
que solo sabe que ser barco en plena tormenta, un velero inexperto en mares
plácidos como este. Ella se desnuda y bucea entre ráfagas de aire que entran
por la ventana, se deshace de las mantas y corre a abrazarse para encontrar el
calor entre dos brazos que hace mucho que la echaban de menos.
Ella se desnuda y hace las paces con el pálpito de su pecho,
firma la tregua con el doblez de sus codos. Ella se desnuda y hace de su
espalda una colosal bandera blanca, se desnuda y cada uno de sus dientes es
testigo de su arrepentimiento. Este cuerpo la perdona como solo una madre sabe
perdonar a su hijo por lanzarse irresponsable en medio de la carretera, a
bofetadas primero, a besos después. Como quien ve volver a alguien a quien ha
temido perder para siempre y ya no sabe cómo soltarlo.
Este cuerpo ya no sabe cómo soltarla. Este cuerpo ya nunca
más la dejará ir.
Ella se desnuda y, pasito a pasito, vuelve a un hogar que no
era consciente de tener.
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