martes, 20 de junio de 2017

y viviré

este no será mi lecho de muerte
no yaceré enterrada bajo las flores
no se fundirán mis huesos con el polvo
ni se volverá mi sangre en savia.

mis rodillas no será nódulos de un árbol
ni mis ojos pétalos de rosa
no seré jardín ni seré estiércol
no, no seré pasto de cementerio

viviré
lucharé
tragaré fango y morderé piedra
me dejaré las uñas y los dientes en el barro
lloraré lágrimas que desgarren planetas
profiriendo gritos que rompan infiernos
y saldré
y si no me queda piel me haré una nueva
y si no me queda risa
bordaré una carcajada
y me la engancharé
a la boca
hasta que me salga sola.

y viviré
y viviré
en pecado concebida
y viviré.

martes, 6 de diciembre de 2016

el cantar de las locas

hay flores dentro de mí
cuyo perfume huele a ti

no son bonitas
de ninguna de las maneras

soy del color de una rana venenosa
pero tus ojos hablan de radiactividad
y por tanto confío
en que no huirás del hervir de mi piel

en mi cabeza hay una sirena muerta
y canta una canción que habla del amor
pero su voz atrae tanto a piratas como a marineros
a la dulce, dulce muerte

la primera vez que me miraste
y no intentaste devolverla a la vida
sino que acariciaste su cola de pez podrida y dijiste,
‘querida, yo lo comprendo’
algo funcionó por una vez

hay tormentas dentro de mí
cuya lluvia huele a ti

esto no es poético
de ninguna de las maneras

a veces lloro durante días hasta que mis ojos se asemejan a lagos
no me lavo el pelo, no puedo parar de arrancarme pieles de la cara
tengo las manos sucias
tengo miedo de que saborees el barro cuando me beses

pero tú te relames los labios
limpias la sangre de mis muñecas
y dices
'nena, bésame otra vez'

esta historia no es para que la entiendan ellos
no es un cuento de hadas apropiado para sus hijos
ni un amor que coronarán su rey
ni siquiera su reina

esta historia huye de sus manos de cazador
sabe cómo hacer compañía de la soledad
dado que nuestros propios hermanos
nos dieron la espalda

este es el himno de las rotas-
una serenata para las nauseabundas
esta es una égloga para las enfermas
una balada para las improductivas

mis manos tiemblan demasiado para los anillos de compromiso
a mi piel sangrante ya no le queda bien el blanco
pero tú me quieres sin un hogar, tú me quieres sin una ceremonia,
tú me quieres ahí fuera en el bosque de mi propia mente
y yo te quiero también

domingo, 4 de septiembre de 2016

me gustan las chicas

me gustan las chicas
redondas como naranjas
afiladas como agujas

me gustan los bailes de lenguas
me gustan los valses de manos
me gustan las faldas cortitas
y los vaqueros gastados

me gustan sus pecas
aún más sus lunares
de tanto gustarme
hasta sus verrugas
me gustan, ¿sabes?

me gusta besar sus orejas
me gusta perderme en su pelo
me gusta navegar sus caderas
me gusta contar sus dedos

me gustan las chicas
con suéteres grandes
me gustan las chicas
con bragas pequeñas

me gustan las chicas
las horas que pasan
mesando sus frentes
lamiendo sus párpados

me gustan las chicas
sus vulvas violetas
sus pollas de trigo
sus ojos cerrados

sus labios, tan gruesos


sus labios, tan finos

domingo, 8 de mayo de 2016

tengo cinco lágrimas y un cárdigan

tengo cinco lágrimas y un cárdigan
por cada hora que no te escucho
así que imagínate
cuánto hace
que se me acabaron
los pañuelos

imagínate
el frío que hace aquí dentro
lleve lo que lleve puesto

tengo una radio estropeada en la garganta
desde que no me coges el teléfono
y me vibran las muñecas
de sintonías desafinadas
desde que mi mano se quedó
huérfana de tus dedos

se me han retorcido las vértebras
desde que no me las tocas
y ahora llevo por columna
una escalera de caracol
que nadie quiere subir
por miedo al súbito vértigo

se me han hundido las flotas
no me despegan los aviones
de la explanada del pecho
y van a tener que construir un aeropuerto
en el ventrículo izquierdo
de lo que hicimos hogar

mañana habrá solo viajeros

jueves, 18 de febrero de 2016

"Lo personal es político"

Nos robasteis los cuerpos e hicisteis de ellos vuestras compañeras de cama, frías e inertes, a las que arrancasteis gemidos de dolor en nombre de un placer que nunca fue más que vuestro.

Nos robasteis nuestro espacio vital y os hinchasteis, os inflasteis, hombres gigantescos, descomunales, invadiendo el último metro cuadrado que nos quedó. Haciéndonos a un lado para guardarle un sitio a vuestro ego creciente. Nos volvisteis menguantes como la Luna, os designasteis el astro rey de este sistema solar y no nos dejasteis ni las estrellas para ver algo en medio de esta oscuridad de vuestras manos tapando nuestros ojos, nuestras bocas, nuestras caras enteras en busca de un silencio que no delatara vuestro delito.

Nos robasteis las palabras y construisteis síes a partir de incomodidades calladas, extremidades inmóviles y vaginas secas que penetrasteis con la fuerza de vuestra imperturbabilidad ante nuestras lágrimas invisibles. Hicisteis del no la palabra tabú, convertisteis el para en el verbo impronunciable, nos prohibisteis hablar demasiado alto no fuera a ser que oyerais nuestros gritos.

Nos robasteis los corazones, y ojalá poder decir que los devorasteis, sangre goteando de vuestras mandíbulas, pedacitos de músculo palpitante entre los dientes, y que no dejasteis ni un resto en el plato; pero no, ni ese último favor nos concedisteis, tuvisteis que prenderles fuego lentamente, fundiendo lo que quedaba de nuestro orgullo, crepitando entre las llamas nuestra fuerza de voluntad, nuestras venas chispeantes agonizando sin cesar. Alzasteis nuestros corazones en el aire como antorchas de dolor y desesperación, nuestros pechos rebosando las cenizas, y los usasteis de ejemplo para las generaciones venideras, esto es lo que haremos con vosotras si os negáis a ser algo más que un cero a la izquierda.

Y nos engañasteis, y nosotras caímos como las bobas que nos habéis condenado a ser, creyendo que votando podíamos decidir algo en un mundo que ahora nos permitía elegir a nuestro verdugo. Creyendo que la Universidad nos salvaría, que la ley nos salvaría, creyendo que echar una manta sobre el fuego lo apagaría en vez de esconderlo de vuestra vista nomás.

Pero entonces llegó Kate proclamando que lo personal era político y nos dimos cuenta de que no bastaba con tomar los colegios y los juzgados, de que urgía recuperar nuestras casas, nuestras camas y en última instancia nuestros estómagos y nuestros corazones. Volvimos a comer hasta saciarnos y nos limpiamos los restos de maquillaje, y nos fuimos con la cara lavada a luchar por poder hablar alto de nuevo, a hacer de las trincheras de nuestros cuerpos hogares provisionales, a decirles a las niñas que no se molestaran en haceros caso, que ibais a violarlas igual, que callando solo conseguirían que quedarais impunes. A decirles a las niñas que era lícito responder ante vuestros ataques, que pelearan con uñas y dientes por conservar sus traseros libres de vuestras manos sudorosas, sus coños vacíos de vuestras pollas invasoras. A decirles a las niñas que eran suyas y sólo suyas, que sólo tenía derecho a tocarlas quien antes de hacerlo preguntara, y si la respuesta era NO aprenderían a decirlo bien alto.

Y cuando sus bocas no basten, las navajas lo dirán por ellas y os vais a quedar sin lengua con que transmitir a vuestros hijos vuestro monstruoso legado.


Y si nadie nos da la paz, pues ganaremos la guerra, porque aquí ninguna, pero que ninguna, está dispuesta a perder sin luchar.

jueves, 11 de febrero de 2016

la primera vez que salí del armario sin llorar

la primera vez que salí del armario sin llorar
el cielo se volvió de colores
y eso que no atardecía
por ninguna parte.

la primera vez que salí del armario sin llorar
y ella me escuchó
su mirada fue como encontrar tu casa
en un país desconocido
con la cama hecha
y una flor en la ventana.

la primera vez que salí del armario sin llorar
resucitaron los muertos
del cementerio de mi pecho,
se me cerraron cien heridas
y me quedó una cicatriz.

la primera vez que salí del armario sin llorar
fue como reconquistar un territorio
que me habían robado los colonos
de la tierra salvaje de mi pecho.

la primera vez que salí del armario sin llorar
ella prendió una llama de orgullo
y la he mantenido viva desde entonces;
es tan sencillo como
ocuparme de que mis propias lágrimas
no la apaguen jamás.

la primera vez que salí del armario sin llorar
fue un susurro;
la segunda una palabra
en voz alta, bien clarita,
y diría que la tercera
lo dije gritando
pero no me hizo falta
porque ya lo hacían por nosotras
nuestras manos entrelazadas.

la primera vez que salí del armario sin llorar
reescribí la sinopsis de mi auto-biografía
cambié la tragedia por sonrisas
convertí a la víctima en superviviente.

la primera vez que salí del armario sin llorar
se me tatuaron las palabras
en la antesala del corazón
y no me quedaron excusas
para negar lo que soy.

la primera vez que salí del armario sin llorar
no sabía que era el preludio
de la primera vez que saldría
del armario riendo.

la primera vez que salí del armario riendo
gané la batalla.

cuando ya no haya armario,
cuando compartamos todas
una sala común
podré decir

que,
por fin,
hemos ganado la guerra.

domingo, 31 de enero de 2016

Que se emborronen las palabras que a ti y a mí nos basta con gemir

Quiero aflorar albuferas entre tus piernas, ahogarme en los ríos que nos aneguen los muslos. Quiero navegar tu espalda agarrada al mástil de tu cuello y perder mis dedos en tus recovecos.

Bailarte algún ritmo sucio contra la encimera del lavabo, desencadenar un terremoto en tus caderas y soplarte un huracán en el cabello. Aferrarme a tus omóplatos hasta quedarme sin uñas y entonces, pasar a los dientes. Tender mi lengua en el hueco de tu clavícula y llegar tan a fondo que le saque brillo hasta a tus huesos.

Escribirte una herejía entre los pechos y pedir misericordia entre tus brazos. Tatuarte la geografía de mi boca en la esquina de la ingle y dejarme caer por tu pantorrilla izquierda. Aterrizar en el comienzo de un tobillo y escalarte toda entera desde allí.

Follarme la curva de tu cintura hasta derrapar en la explanada de tu tripa. Enroscarme en el huequito de tu ombligo y descoserte la línea del vello a dentelladas en seco.

Tensarte hasta arquearte y empuñarte mientras toco cada cuerda que hay en ti. Dislocarme las falanges y quebrarme las rodillas en la patria de tu piel. Darle cuerda a mi muñeca contra el carrusel de tu figura, marearme dando vueltas a la circunferencia de tus caderas.

Descolgarme de tu nuca y practicar acrobacia en tu trapecio. Deslizar mi pierna entre tus muslos y evitar la colisión de las rodillas, provocar temblores en tus pantorrillas. Lamer cada uno de tus milímetros hasta quedarme con la boca seca e ir a refrescarme al humedal que nos rodea.

Quiero que no nos haga falta hablar para entendernos, que tus jadeos combinen con mis jadeos. Inventar un alfabeto nuevo en Braille para mi clítoris y tus dedos, robarte la voz y que vengas a buscarla. Que te quedes con la mía, ya de paso, que puedo estar sin ella por un rato si tú escuchas lo que te dicen mis manos.
Desayunarme el lóbulo de tu oreja para luego merendarte entera.

Ser más bruta que los niños en el parque, llenarte la garganta de rasguños.

Componerte cien sonetos y empaparlos salivando cada vez que pienso en ti.


Que se emborronen las palabras que a ti y a mí nos basta con gemir.